Presentarse diciendo mi nombre, profesión o a qué me dedico; qué idiomas hablo y cuáles son mis hábitos o
pasatiempos favoritos, suena más bien a
entrevista de trabajo... no define quién
soy sino para qué puedo ser útil. El quién soy y lo que soy, se define por lo
que vivo y me hace vivir, en una constante re definición y de eso es de lo que
escribo. De realidades y algunos sueños; de las cosas que me hagan sentir y por
lo tanto precisen toda mi atención aunque a veces también escriba para
recordar, para matar y sobre todo para no morir.
Libros, viajes, personas… sobretodo personas. Personas con
plática, interesantes pero que también sean capaces de reír o comerse una caja
entera de chocolates. Que también hayan
vivido; con todos sus contrastes y matices implícitos que nos llevan a veces,
y otras nos obligan, a aprender y valorar, crecer y seguir, apreciar y
disfrutar.
Y es que muchas veces el
valor de la felicidad está en el costo de la tristeza, de lo doloroso. En
aquellos fracasos continuos que de pronto nos llevan a triunfos increíbles. De aquellos errores que
nos enseñaron que el error más grande es no intentarlo, de aquellos problemas
que nos enseñaron que el problema es no enfrentarlo.
En aquellos detalles mínimos que arrancan sonrisas
enormes o siembran gran calma.
Porque las mejores cosas muchas veces no son esas que
deseamos y se cumplen sino aquellas que jamás imaginamos y vivimos. Ya sea para
descubrir que somos más fuertes de lo que pensamos, o que merecemos más
recompensas que oportunidades o pruebas.
Que no se guardó lo que sigo pensando de ti al leerte, que es "delicioso" y lo sigue siendo..
ResponderEliminar