martes, 2 de septiembre de 2014

Extensión.


Con el paso del tiempo, y sus amores y derrotas a través de éste, he aprendido que nunca hay que hablar de más ni escribir de menos; y hoy resulta inevitable hacerlo. Por ti, para ti. Contigo, sin ti.
Y es que hoy, como si estuviese a punto de conocerte, esperé la noche de forma ansiosa e impaciente con el único fin de decirte que todo el día tu voz estuvo en mi pensamiento.



Abro tu blog, tu última entrada, te escucho y, después del primero minuto, comienzo a llorar como si algo se rompiese dentro de mí; como si algo tan indispensable como el aire, tan invaluable como el tiempo me hiciera falta. Siento que me ahogo, siento impotencia... 
                                         como si te extrañara. 
Como un suspiro ante el recuerdo de tu olor ausente, como el escalofrío ante algún sonido que de pronto me evoque tus pasos cuando ya no estés conmigo. Como un dolor inexplicable, como una ausencia que nada ni nadie puede reemplazar. Como la última caricia entre dos amantes que están por decirse adiós.


Lloro lágrimas que arden, calientes. 
Desde lo más puro que aún pueda quedar de (mi) Alma, desde un rincón en mi corazón aún sin cicatrices. Lágrimas abluentes. 
Y es que te sentí como si, por un segundo, hubiese sido capaz de entenderte, atreviéndome a conocer toda la oscuridad que tu mirada ha tenido que atravesar para que ahora su brillo pueda ser  percibido. Como si pudiese tener tu carácter y fortaleza ante la vida.



Si pudiera te besaría la voz, abrasaría la comisura de tus labios y te pediría perdón a nombre de todos esos hombres cobardes en un intento de dignificar mi existencia, pero sobretodo intentando deshacer esos recuerdos cenotafios y sembrarte uno nuevo, de esos que al recordarlos le arrancan una sonrisa al silencio de tus ojos.







A veces las palabras sirven para acercarnos cuando existe distancia. Otras veces son sólo algo inútil. En este caso no sé que sean...














Pd.- una forma de "saber qué se hace en casos donde el comentario supuestamente es mejor que la entrada del blog" sería invitarme unos brownies. 
También me gusta mucho el chocolate.







1 comentario:

  1. "... te pediría perdón a nombre de todos esos hombres cobardes..." Se me erizó la piel, se me cerró la garganta y, de alguna extraña manera, sonreí. Ojalá algún día...

    ResponderEliminar