viernes, 5 de septiembre de 2014

Durante...


Él es un deseo cumplido, no pedido. 
Concedido por el azar, por la coincidencia de las letras.

Él atemoriza, sus palabras son de velcro, 
son laberintos de flores, aromas, caricias... 
sus letras tienen manos que seducen, 
tocando apenas con las yemas de los dedos; 
desvaneciéndose al voltear a mirar.
Él planta imágenes en tu mente, 
le eres tierra fértil si le permites ararte, lloverte; 
te vuelves petricor en sus manos.

Él en sus ojos se transparenta y en los tuyos se viste de deseo.
Él tiene entre las piernas los sabores de la noche, 
tiene en la punta la invitación perfecta para la lengua. 
La llave que abre piernas, labios, boca... el camino al interior.

En su voz encuentras la fuerza del trueno 
y como tal te estremece. 
Hace de sus gemidos poemas, canciones, odas; 
y de esos poemas una necesidad de desnudarlo.

Él en su boca esconde orgasmos, 
sus labios son la diana en la que quieres atinar los tuyos. 
Su lengua es su arma, una de ellas,
tú no puedes más que ver un punto de entrada más no el de salida. 

Él es un atentado al egocentrismo, 
pronto usas las palabras "tú", "nosotros", en vez del "yo" 
estando a su lado.


Él es un hombre y como tal se comporta
y como tal te trata,
y como tal quieres compartir a su lado 
el tiempo que dure todo lo que él provoca.








A.
























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